En la película de Wall, de Pink Floyd vemos un personaje adulto, con una serie de
temores e inseguridades que a lo largo de la película se van dando a conocer.
Entre ellas la falta de una figura paterna, la dominante figura materna, la
pésima influencia del maestro, y su vida en el rock. Es una película que
retrata de forma caricaturesca y escalofriante los hilos de la sociedad de la
vigilancia y el control. Clara Cuervo,
en su texto, Cuerpo con sentido hacia una pedagogía poética propone que
la este tipo de sociedad coartan el cuerpo y lo exponen a situaciones poco
enriquecedoras o bien, dolorosas. El
cuerpo es un aquí y un ahora que permite todas las posibilidades con el otro,
la sociedad del control y la vigilancia tiende a llevar esas posibilidades
hacia límites destructivos. Lo que propone la pedagogía poética es inclinar la
balanza hacia el alcance de posibilidades constructivas con el otro a través de
los sentidos, la sensualidad, la poesía y en general un trato ético de las
subjetividades.
La figura paterna de Pinky, el protagonista de The
Wall, muere en la guerra y a lo largo de su vida trata de llenar ese rol con
otras figuras que emulan lo que es lo masculino: un padre en el parque, un
maestro, siempre sin éxito. Este hecho es bastante significativo si lo
analizamos bajo la luz de Cuervo quien
insinúa que la sociedad del control y la vigilancia y la
sociedad patriarcal están fuertemente relacionadas y de la misma manera que
Pinky busca a su padre, aquellos que pertenecemos a dicha sociedad no podemos
dejar de perseguir el ojo todopoderoso que apruebe lo que hacemos: “la
subjetividad se habitúa a obedecer” (Cuervo, 2). Por su parte la figura materna
es radicalmente importante en la formación del pequeños Pinky, no tiende a la
guerra (lo masculino, el padre) sino que se acerca a lo artístico, a los poemas
en su niñez (de los cuales se burla su maestro, representante de lo masculino, del control) y a la música
en su adultez.
“Soy cuerpo” y
“tengo un cuerpo” son cuestiones muy diferentes, propone Restrepo. Ser
cuerpo implica que todo mi ser y estar en el mundo pasan por lo físico
incluidas mis ideas, emociones y
sensaciones. Por tanto también la poesía y la música para el caso de la
película son cuerpo de Pinky. El maestro amedranta, castra, el cuerpo en todos
sus sentidos, golpea, atropella, es símbolo vivo de la sociedad de la
vigilancia. La madre igualmente pero sobreprotegiendo encierra al pequeño en un
mundo femenino y amalgamado. Los cuerpos de los estudiantes están deformados en
el video porque su entorno así los quiere: uniformados- silenciados y
desfigurados por dentro: incompletos-mutilados. Maniquís de un mundo de
maniquís.
La pedagogía poética, según entiendo, busca dar al
maestro un papel no castrante sino constructor en la vida del estudiante, no
crear fotocopias, sino bellas obras de arte. El papel del estudiante en esta
nueva propuesta es ser: ser para sí y para los otros. La expresión de la
subjetividad estalla a la luz de un cuerpo libre. Considero que dicha libertad es una utopía
como todo, y no se vislumbrará jamás en una sociedad del control (patriarcal o
matriarcal). Pero el hacernos conscientes de las posibilidades más allá de lo
que conocemos nos quita la máscara desfigurante y nos regala un color
diferente, un flics a nuestro andar, a nuestro futuro.
Bibliografía
Cuervo, Clara. Cuerpo con sentido: hacia una pedagogía poética.
Bibliografía
Cuervo, Clara. Cuerpo con sentido: hacia una pedagogía poética.
Hermoso comentario
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