jueves, 14 de marzo de 2013

Sobre El maestro modelo, promotor y crítico de Martha Fajardo

En este texto la autora trabaja la noción de maestro desde sus tres pilares, llamemoslos, utópicos. El maestro debe ser promotor, modelo y crítico para que sus pupilos lleguen a amar la literatura. El maestro, al igual que los padres, por su cercanía con los niños o lectores en proceso, puede ser el medio más efectivo de trasmisión del amor por la literatura: a través del ejemplo. Entre los criterios de selección de textos, que un maestro crítico debe tener en cuenta están:
-No escoger libros sencillos ni simplificados
-Descubrir los temas de interés de los pequeños y con base en dicha premisa conseguir los textos.
-Escoger libros que no respondan a gustos pasajeros, a modas televisivas etc. Al contrario, escoger libros que sean válidos para muchas generaciones.
-Evitar la escogencia de libros con fines pedagógicos tales como los libros de valores, o moralizantes. Aunque no es necesario sacarlos por completo del repertorio.
- Apropósito de los dos puntos anteriores afirma Fajardo: "NO se trata de imponer criterios pero sí de presentar opciones" (9). Es decir, si en casa están leyendo el cuento de la película La cenicienta, en la escuela leeremos el mismo cuento con ilustraciones más artísticas, menos Disney o un libro-álbum sobre el mismo tema, en fin.-
-Incluir en la selección de textos a los pequeños. De esta manera identificar de paso los criterios de selección de los lectores para posteriores textos.
-Seleccionar textos con miradas y acercamientos diversos.



Estos elementos pueden ser de mucha ayuda a la hora de escoger por cuenta propia un texto. A pesar de que existen un sinnúmero de bibliografías en los planes lectores siempre está la incertidumbre detrás de la escogencia. Casi como un creer ciego. Estos criterios pueden ayudarnos a encaminar nuestra propia construcción de una escogencia crítica. En una de las publicaciones previas me había aventurado a proponer lo que para mí es necesario analizar a la hora de saber si un libro vale o no la pena, o qué parte del libro son valiosas y cuales definitivamente no. Con la propuesta de Martha, se nutre la exploración.

Me vienen a la memoria unos cuantos profesores, unos cuantos maestros y personas que me enseñaron a quienes puedo llamar amigos. Entre ellos podemos ver que no todos comulgan con la propuesta rectora, parece una mejor palabra que utópica, de ser maestros. Recuerdo ahora una pequeña mujer, bastante amargada que me hizo la vida infeliz todo el bachillerato, no era precisamente de lenguas o de castellano, pero sí enseñaba otro lenguaje, el matemático. Se caracterizaba por su ceño fruncido y su total falta de confianza hacia la inteligencia  capacidad  imaginación de sus alumnos. Creo que seres como estos deben permanecer a años luz de nuestras aulas cercados con rayos láser para que ni se les ocurra acercarse a nuestros niños. Como alumna debo decir que dicha experiencia me marcó para mal. A modo de chisme, me la encontré hace unos días cuando dictaba una conferencia en un reconocido colegio de Bogotá. La traté de evitar toso el día, pero como en una historia contada por un geniecillo cruel, me la tope de frente en el baño de mujeres. Las dos solas, una frente a la otra, una sonrisa esbozada en cada una como quien ve la fatalidad frente a sus ojos y no puede más que reír  un ABRAZO,  ay qué ironía, unas cuantas palabras cotidianas, una sonrisa ratuna en su rostro y una despedida protocolaria. Lo veo hoy y pienso que esa mujer debió tener demasiados problemas para tratarnos como nos trató. Esta mujer no fue modelo, ni promotora, tal vez crítica, demasiado, pero con sus alumnos.

Por su parte tuve una profesora de castellano y literatura  muy allegada a nosotros, con un sentido muy práctico de la enseñanza, muy ágil a la hora de saber qué gustaba o no a sus alumnos, que nos dejaba escoger. Ella entendía que no todos habíamos crecido con las mismas fortalezas lectoras nos permitía escoger el libro que íbamos a leer ese mes. Tomaba una hora de su clase o dos, escribía una larga lista de títulos y uno por uno los iba reseñando para nosotros. Finalmente, escogíamos el que más se adaptara a nuestras necesidades y gustos. De esto puedo concluir que tomó el consejo de Martha F. en verdad creo que es muy útil incluir en el proceso de selección de textos a los lectores de los mismos, que cada uno pueda crear su propia historia literaria, su propia poética. Cabe aclarar que en la lista siempre habian clásicos de la literatura a la par que textos más sencillos y ahora creo, con menos valor literario. Sin embargo allí estaban, tal vez para atrapar a los lectores no lectores y los clásicos para formar a los lectores ya iniciados.  Esta profesora fue sin duda promotora, por lo menos en mi caso. Fue modelo, sobre todo lo notaba cuando leíamos poesía, ella la leía con amor, con cadencia, los versos de Lorca cobraban vida,  daban ganas de escuchar más. Crítica creo que sí lo fue, pero su metodología contemplaba diferentes públicos y niveles lectores. Tal vez le reprocho que me dejó caer en varios errores literarios, los cuales creí en su momento que eran la panasea. Faltó un poco más de Guía, que puede ser otro pilar rector para los maestros y que no se contempla en el texto de Fajardo.




  

martes, 12 de marzo de 2013

PARA QUE NUESTROS NIÑOS LEAN MÁS...

...DEBEMOS LEER MÁS.

Recuerde que si usted quiere que sus pequeños allegados lean más usted es la principal y primera primerísima herramienta de acercamiento a este bello arte.

Primero que todo, pregúntese por qué es importante leer, qué le ha regalado la lectura a usted, cómo se ha beneficiado de ella. Segundo, pregúntese por que quiere que sus pequeños allegados lean. Responda las preguntas anteriores.
Cuando tenga claro lo anterior puede leer más, separar algunos de sus textos favoritos y releerlos. Compartir con otros compañeros que al igual que usted sean devotos de la lectura, algunos fragmentos memorrables. Hable, juegue, sude liteartura, de tal manera que no quede duda que es usted un/una apasionado/a por los libros.
Recordemos siempre que la lectura es un gusto y no un deber, inculquemos esto en todos los pequeños que nos rodean, ya que es muy fácil cruzar el límite de la tarea o de esparcimiento con este tipo de temas.
Sea responsable a la hora de escoger la bibliografía que va a compartir con sus pequeños allegados, considere los siguientes aspectos principales: tema, forma, contenido, ilustraciones (si es el caso), relación de todos los anteriores aspectos entre sí y su coherencia. Además pregúntese: ¿es explícito lo que se quiere trasmitir? ¿hay algún misterio o secreto que el lector deba descifrar? ¿es interesante? ¿me dice algo más de lo aparente? ¿me genera sesaciones o reflexiones? ¿Crea imágenes nuevas en mi imaginación cuando lo leo y/o después de leerlo? ¿de uno a diez qué tan original la historia? ¿de uno a diez qué tan original es la forma? ¿hay partes lentas o demasiado lentas al punto de aburrir? ¿son justificadas dentro de la coherencia del texto y dentro de la propuesta del autor dichas partes? ¿hay climax y valles en la historia? ¿se privilegia algún tipo de estado (climax o valles)? ¿es coherente? ¿está bien escrito? ¿hay un buen trabajo con las metáforas? ¿Le gustó? ¿Por  qué?.
Con base en lo anterior escoja los textos.
No piense en sus pequeños allegados como gansos o como vacas a quienes tiene que rellenar de información o a quines debe sacar el mayor provecho posible. No señorxs. Piensen en ellos como seres humanos con sueños y fantasías al igual que ustedes, que aún construyen el mundo en cada paso con su espontaneidad. Recuerden eso y aprovéchenlo, que la lectura sea tanto para ustedes como para ellos lo más agradable que pueda ser.

Finalmente, aprenda de sus pequeños, recuerde como es ser niño, como es contruir el mundo a cada paso, olvide su habitar en la realidad tan acartonado, conviértase en cambio y ayúde a formar lectores que recuerden siempre cómo es ser niños.

EL CANTO DE LA PLAZA de Ana María Machado

Hace algunos años, caminando por la Candelaria me encontré con las librerías de viejo cerca del Museo del oro. Entre la los infinitos estantes, tapetes y repisas de libros amarillentos, encontré una pequeña novela llamada El canto de la plaza. Por esos días estaba tomando una clase con la maestra Beatriz Helena Robledo  ella había mencionado a  Ana María Machado, autora del libro. Antes de tomar la clase, con Beatriz me había encontrado en una feria del libro con una serie de textos críticos sobre literatura infantil: conferencias reunidas de Ana María Machado y otra autora.  Así es el mundo, así somos nosotros, como los personajes de El canto de la plaza, nos movemos en el tiempo, de presente a pasado y de pasado a futuro;  el qué, el cuándo o el por qué los desconocemos. Nos movemos por las líneas del tiempo y vamos construyendo nuestro camino, nuestra realidad. Simon Simonelli, Simón, Simnon es el narrador capaz de derrotar las barrears del tiempo y del espacio, conocedor de la magia de Merlin, saltimbanqui de corazón y señor del sí y el no. ël junto con tres personajes más pequeños, viajarán por los tres tiempos, presente, pasado y futuro para tratar de solucionar una guerra inminente.
Me parece que es un libro encantador, con un principio un poco lento pero con un desarrollo delicioso. Rúne en sus páginas el misterio, la amistad, el amor, el desamor y la guerra; todo esto con los polvos mágicos de la ciencia ficción. Machado nos lleva por mundos que son todos y ninguno, por tiempos que son todos y ninguno, por personajes que somos todos y ninguno para desentrañar el misterio de la guerra y de la paz: un tema milenario y completamente actual. El juego de tiempos del que se vale la autora genera una pregunta en sí mismo ¿acaso no basta con conocer la historia para no repetirla? ¿por qué el hombre, como raza, es tan testarudo? ¿es posible que la memoria colectiva sea tan corta? ¿cuál es el verdadero motivo detrás de una guerra? ¿es posible, como en el libro, descongestionar nuestro cerebro de tanto miedo, de tanto moco social como para poder imaginar una solución hacia la paz?
Considero este libro una pequeña obra de arte y agradezco al mundo, al destino, a la cospiración galáctica por haberme guiado hasta esa primera encuentro en una estantería cualquiera, de un lugar cualquiera. No se pierdan de leerlo, no se arrepentirán.